Eterno aspirante a debutante, nuestro prosista más extravagante presenta éste, su quinto trabajo, con la ilusión soterrada de llegar a convertirse en autor de culto, sin sospechar que está más próximo a ser considerado un escritor maldito que un dramaturgo formal.
Auriga del siglo XXI, oleícola consagrado, tañedor anfibológico y amanuense autodidacta, Matías Argumánez no se resigna a la desconsideración que las grandes firmas literarias le reservan, pues vacunado contra el desdén que su propio entorno le inflige, en nada le afecta el menosprecio ajeno, y así, amenaza con seguir publicando novelas y cosechando laureles ahí donde no se le impute pertenecer a la tierra en la que vive para negarle el don de la profecía.
En el presente trabajo vuelve a reincidir en la utopía posible de un mundo justo, calculando al detalle el porcentaje de entelequia que sus páginas concitan en el duelo filosófico en que desafía a quien ose leer, y somete a un nuevo ataque a la tradición cuya caspa nubla el progreso.