Después de tres años y medio, el pasado, regresa en cierto modo, a la vida, casi calmada, de un periodista en paro la mayor parte del tiempo. Un cuentista, como él suele definirse, de los que mienten y cobran poco.
Tras la pérdida de su ángel negro, tres años y medio atrás, el deseo de volver a verla viva, aun siendo en otra persona, aparece a partir de una visita de trabajo al sanatorio del doctor Mario Ramos.
Cegado por el deseo de tenerla otra vez en su vida, del modo que sea, acepta la petición de una de las enfermeras del sanatorio, que sin conocerlo, le pide ayuda urgente para dos de las internas; la anciana Mariana Gálvez y la joven de la silla de ruedas, Catalina Barranco.
El motivo del encierro de estas dos mujeres durante años, una más que la otra, es una enfermedad, la enfermedad es el doctor Mario Ramos.
El periodista entra en la vida de Mariana y de Catalina sin esperar descubrir la historia inquina sobre el maltrato físico y psicológico, es lo que le hace regresar a un pasado ilusionante que desea recuperar. Esta vez se propone convencido que esta vez la muerte no volverá a adelantarse, como antaño, ganándole la partida y robando para siempre un trozo de su vida. Volviendo del revés sus días con sus noches y perdiendo esa felicidad contagiosa de la cual alardeaba, porque le resultaba muy fácil vivir.
–Vivo, haciendo.
Esa era su respuesta habitual cuando su ángel negro le reprochaba la facilidad de vivir sin más; cómoda y contagiosa.
