En la cincuentena, Candela recuerda los amores de su vida y comprueba que, aunque no llegaron a buen puerto, han dejado rastro en tres intensos colores. Un paseo por su trayectoria vital le lleva a redefinir qué personas fueron importantes y por qué.
El mar al final de la calle es el retrato de quien ha comprendido que en la vida todos estamos solos, vayamos o no acompañados. De forma desenfadada y con toques de humor, la protagonista nos lleva por su recorrido vital: una infancia con conatos feministas, una adolescencia contestataria bajo el lema “me siento incomprendida”, una juventud enérgica y apasionada, y una madurez donde todo se pacifica al pasarlo por el cedazo de la experiencia.
