En el mundo utópico de las segundas oportunidades, continuamente surge de un modo distinto el medio para cometer los errores de siempre.
Esta historia no narra la búsqueda de metas destinadas para las mejores en sus campos, sino la exploración de fines reservados a miradas de futuro.
Convencidas de que el camino de la emancipación para la humanidad sólo provendrá de la libertad de pensamiento llevado a la acción, las protagonistas de esta historia ligan la teoría a la práctica para combatir el “despotismo doméstico” de la dominación masculina. El individualismo en un entorno de solidaridad como hecho consumado irá marcando paulatinamente el regreso a la ley natural para reagrupar las razones que el capitalismo disgrega, con el fin de instaurar una comunidad participativa, plenamente consciente y libertaria.
Fugadas de las hornacinas en que el sistema las embute, las actrices invitadas cobran conciencia de sus facultades y deciden evaluar la medida real que hubieran podido alcanzar de no haber mutilado sus pies de loto con dinero. Persuadidas de que “déspotas, reyes y emperadores han arrojado siempre un pedazo de pan al pueblo para tener tiempo de recoger el látigo del suelo”, la oportunidad de crear una “micropatria” en la que las personas a través de las madres depongan a sus dioses, cobra forma en el cuerpo que procede de la semilla que este proyecto siembra, donde sus habitantes voluntarias se ponen al servicio de la madre Tierra a pesar de las órdenes de papá Estado, firmes en el paradigma de que la autogestión colectiva no será posible sin la mujer, o sólo será viable con ella en absoluta igualdad, como causa.